miércoles, 18 de septiembre de 2013

Capítulo 9

Verano.
Entre Carlos y yo todo iba genial, tan bien que asustaba. Algo tendría que ir mal, algo estaba a punto de cambiar. Tenía esa sensación de que estaba a punto de pasar algo. Era todo tan extraño, Carlos y yo habíamos sacado buenas notas, el sexo era maravilloso, la relación con mi madre estaba mejor que nunca, conocí a los padres de Carlos e incluso me habían invitado a pasar unos días en la casa del pueblo con ellos... todo era genial... y eso da miedo. No puede ser todo tan genial. Llegué a plantearme la idea de que Carlos me hubiera puesto los cuernos pero, enseguida la deseché, sabía que Carlos sólo tenía ojos para mi aunque quede mal decirlo estaba locamente enamorado de mi.
Estábamos comenzando el verano. Aún no llevábamos dos semanas de vacaciones cuando Carlos me entregó un sobre, Carlos sabía que no me gustaban las sorpresas y menos si están escritas ya que me hacen llorar. 
-Carlos ¿qué es esto? -Dije
-Tú abrelo y calla.
Lo abrí con miedo pensando que sería una de esas cartas románticas que tanto salen en las películas que todos decimos que son cursiladas o como mucho unas entradas para el teatro, lo cual me hubiera hecho más que feliz. Cuando vi lo que era no supe reaccionar, me quedé totalmente en blanco. Sostuve el sobre en las manos mirando el contenido sin saber que hacer o decir más de un minuto hasta que Carlos abrió la boca y mientras me acudían me decía:
-¡Hugo! ¡Que nos vamos a Londres!
Me había regalado dos billetes de avión a Londres. Mi ciudad fetiche. Le abracé. Le abracé lo más fuerte que pude. Pero la emoción se me bajó a los pies de repente.
-Pe...pe...pero ¿te habrá costado un pastón?
-No te preocupes por eso, este viaje llevo planeandolo desde antes de conocerte, que vengas tú significaría mucho para mi, por cierto,  nos vamos la semana que viene.
- ¿CÓMO? ¿TAN PRONT- Me calló con el dedo
- Tranquilo, te da tiempo a todo. -Me dijo tranquilizandome. 
Me iba a Londres con mi novio, no me lo podía creer, era lo mejor que me pasaba en mucho tiempo. Después de esto, ya podría currarme sus regalos.

domingo, 24 de marzo de 2013

Capítulo 8

Desperté. Me abracé a la almohada, la apreté contra mi y lloré ahogando mis sollozos con la almohada. Cogí lo primero que vi y me lo puse y salí de casa. Intenté evitar a Carlos todo lo que pude pero el instituto no era lo suficientemente grande como para poder aislarme. Le vi en la otra punta del pasillo hice todo esfuerzo posible para no llorar delante suya y dibujar una falsa sonrisa en mi cara. Me besó. Esta vez no nos besamos, lo notó y llegó la pregunta que estaba evitando.
-¿Qué te pasa? No supe controlarme y finalmente lloré. No supe que decirle, obviamente, no le iba a decir que seguía enamorado de Álvaro. Me abrazó. Le abracé con fuerza, noté como se le encogía el corazón al no saber que decir. Lloraba, no hacía nada más.
-Problemas familiares - mentí.

Deshice el abrazo, sequé mis lagrimas con las mangas de mi sudadera, le miré a los ojos sonreí y le dije: "Tranquilo, no te preocupes. Todo está bien." andamos de la mano por el blanco pasillo del instituto y salimos de allí. no dijimos nada más en todo el camino. No nos miramos, caminábamos de la mano y sentía su inseguridad ya que no me agarraba con fuerza, notaba que había mentido pero no podía decirle la verdad.   No quería preocuparle.

Me acompañó hasta la parada de bus para ir a mi casa y antes de que pudiera irse le cogí del brazo y le pedí perdón por haber estado tan soso y rancio con él. Se limitó a abrazarme, bersarme y llamarme tonto. vino el bus, subí, se quedo esperando y antes de que desapareciera el autobús y mientras nos miramos pude leer en sus labios un "Te quiero". Sonreí y lloré. Lloré pero esta vez de felicidad. En ese momento descubrí que se podía volver a aprender a querer.

martes, 12 de marzo de 2013

Capítulo 7

volví a mi antiguo barrio. Sabía que no me iba a hacer bien pasear por las calles que tantos recuerdos me traían. No todos eran amargos, mi infancia, los parques en los que crecí. Recordaba los toboganes y columpios donde de pequeño me creía pirata, gladiador intergaláctico que luchaba contra las fuerzas alienígenas... ya no era un niño. Había crecido. ¿En qué día me dieron a elegir crecer? y ¿Porqué acepté? ¿Qué día empecé a ser consciente de que la vida hay que currarsela? Que no todo son juegos y que nadie va a vivir por tí. En qué día me di cuenta que di cuenta de que somos nosotros mismo quien tenemos que decidir como vivimos, que somos libre de hacer lo que queramos con ella, ya que es nuestra y solo nuestra. Sin embargo, todo tiene sus consecuencias, ya sean buenas o malas, son producto nuestro. Dejé de ser un niño hace mucho tiempo.

Mis pies me llevaron inconscientemente al parque más alejado del barrio, por el cual no pasaba nunca nadie. El parque en el que Álvaro y to pasábamos las horas muertas. era nuestro parque, para mi, el parque más bonito del mundo, el césped seguía verde, los bancos en su sitio, todo seguía igual. Lo único que había cambiado era yo. "Nuestro" banco estaba ocupado  quisiera haberme sentado a recordar pero decidí solo pasar de largo y fijarme en la inscripción que hicimos en él, "HA". nuestras iniciales, solo eso. Según me fui acercando la figura que estaba en el banco se me hacía familiar, alguien del barrio pensé, alguien del colegio. Álvaro. Era él, Álvaro. Me paralicé, no supe reaccionar, mi mente dijo "corre" y mis piernas "quieto", unos instantes en los que a Álvaro le dio tiempo a verme, note como las lagrimas se desbordaban de mis ojos. SE levantó del banco, se quedó quieto. Estaba muchísimo más guapo, más hombre, más perfecto. Nos mirábamos fijamente los dos intentando descifrarnos el uno al otro. Se me vinieron a la mente todos los momentos que pasamos juntos como si fuera una película. Seguía sin saber reaccionar y a él le pasaba lo mismo. no podía parar de llorar, apretaba fuerte los puños hasta hacerme daño intentando contener las lágrimas que no cesaban de recorrer mi rostro. Finalmente se decidió a moverse, venía hacia mi y ahora era Carlos el que aparecía en mi mente y no Álvaro. Agache la cabeza para no mirarle a los ojos mientras se acercaba. Una vez estuvo lo suficientemente cerca me susurro "ven" y me abrazó con fuerza como solía hacer. Su olor me hizo sentirme seguro. Lo echaba de menos. Me resistí tanto como pude a abrazarle hasta que no pude más y le rodeé con mis brazos lo más fuerte que me fue posible. noté como se le hacía difícil respirar. lloraba desconsoladamente, no me importaba que la gente me estuviera viendo, estaba con él, después de tanto tiempo, por fin estaba con él. Entre jadeos repetí una y otra vez "no me dejes nunca, por favor. no me dejes... no... no me dejes..."

Abrí los ojos. Apagué el despertador. Fue todo un sueño. Un bonito sueño o una horrible pesadilla.

domingo, 17 de febrero de 2013

Capítulo 6

¿Qué estaba haciendo? ¿porqué corría? ¿Qué me estaba pasando en la puta cabeza. Tenía un chico maravilloso que me estaba tratando bien, Álvaro había desaparecido de mi vida de un día para otro. No podía hacerle eso a Carlos... no podía. Paré en seco me giré y volví hacía él me abracé a él y le pedí perdón infinitas veces. Deshicimos el abrazo nos miramos y finalmente le besé. Me beso. Nos besamos. Me sentí como en una película romántica americana y me encantaba. Me dí cuenta de que había vida más allá de Álvaro, de que no podía estancarme, de que la vida pasa y tú tienes que pasar con ella.

Caminamos de la mano, las calles eran nuestras. Eramos ajenos a los demás. Eramos él, yo y las calles de Madrid. Estaba totalmente feliz. Cogimos un taxi y volvimos a casa. Pagó el taxi y me acompaño hasta la puerta de mi casa. Se portó como un caballero. No quería que se acabara la noche. no quería despegarme de él. Pero todo lo bueno acaba. le solté la mano y con un último beso, me despedí de él y me metí en el portal. Subí a casa abrí la puerta, me cambié, me puse el pijama y me metí en la cama. Sonó el móvil era él. "Ya te echo de menos..." decía. Leer ese mensaje hizo que se me dibujara una sonrisa en la cara. Sonrisa de idiota. "Gracias por esta noche. Voy a dormir. Buenas noches." contesté. Dormí por fin contento, sin preocupaciones. No me importaba nada. Se podría decir que estaba enamorado.

Me desperté el Domingo se lo conté a mi madre, se emocionó, se alegró por mi. Estuve todo el día haciendo trabajos, deberes y estudiando. No me acordé de Carlos, no tuve tiempo y parecía que el tampoco... las nueve de la noche y no había tenido ninguna noticia de él. Decidí hacer tiempo metiéndome en la ducha y cenando esperando un mensaje. Cogí el móvil una vez hube terminado de cenar y no, no tenía ningún mensaje. Le escribí.
 -Hola. Esperé una contestación.
- Hola.
- ¿Qué tal? No hemos hablado en todo el día...
- Ya... he estado ocupado, trabajos, deberes...
- Te entiendo, he estado igual.- Notaba la conversación tensa, no se parecía nada a lo que habíamos tenido ayer.- Carlos, me encanto estar ayer contigo. Estuve muy a gusto, hacía mucho que no me trataban así. Gracias.
-No tienes que darme las gracias. Tengo muchas ganas de verte mañana. ¿Puedo preguntarte una cosa?
-Claro.- Dije. Tenía miedo de lo que me podría preguntar.
-¿Cómo te saludo mañana?
- Como quieras.- Contesté sabiendo que en ese "como quieras" estaba implícito un "con un beso".
-Está bien. Oye es tarde, me voy a ir a dormir que sino mañana no habrá quien me levante. Buenas noches, tontorrón.
-Buenas noches, mañana te veo.

"Tontorrón". Brotaron mariposas en mi estomago. Lo estaba haciendo, estaba pasando página. Me emocionaba poder hacerlo con alguien que me gustaba y no con un simple clavo que tenía el trabajo de sacar el que ya había dentro. Lo veía todo de color de rosa. Era todo demasiado bonito tanto que había algo que no encajaba. ¿Porqué era todo tan bonito de repente? Si todo era tan bonito es que algo iba a ir mal. Que todo fuera tan bonito me asustaba. Me hice un ovillo en mi cama, me abrace a la almohada y me dormí con mi cacao mental.

Capítulo 5

Quedé en estado de shock, había montado todo eso para tener una cita conmigo. No sabía como actuar asique simplemente me deje llevar. No sabía lo que me había preparado para nuestra "primera cita". Esa "primera cita" que nunca tuve. Sin saber lo que me esperaba me dejé llevar por él, no me quedaba más remedio creo yo. No podía hacerle ese feo, tampoco quería hacerselo.

Comenzamos a andar y pregunté.
-¿Dónde me llevas?
-Sorpresa. -Dijo rotundo.- Tú sigueme y ya está. -Decidí no volver a preguntar y seguirle.

Se hizo un silencio pero no el típico silencio incómodo. Simplemente silencio. Seguimos caminando en silencio.
-¿Está muy lejos?- Dije.
- No, ¿estás cansado?
- No, no que va.
- Tranquilo ya estamos llegando.

Después de un rato más andando, se acercó a un coche y me hizo subir, el coche lo llevaba uno de los chicos que conocí en la cafetería. Se sentó a mi lado y me hizo ponerme un antifaz. Me lo puse sin más. Se me paso por la cabeza la idea de que me podrían violar, pero desapareció cuando note que me cogía de la mano. Me inspiro confianza asique no dije nada. El coche se paró no supe donde ya que llevaba los ojos tapados. Carlos me ayudó a bajar del coche, ahorrandome un cabezazo contra el techo del automóvil. Entramos en un edificio, me metió en un
ascensor. Cuando la puerta del ascensor se abrió noté una ráfaga de viento en la cara, lo que me descuadro un poco. Me sacó de ascensor, di dos pasos y me quitó el antifaz. Madrid. Madrid desde una azotea que se me antojaba familiar. La azotea del círculo de bellas artes. Madrid se veía precioso desde las alturas. Se me cayeron un par de lágrimas pero el no lo noto. Bajando las escaleras había una mesa esperandonos. Nos sentamos y pidió a un camarero la carta de cócteles. Había contratado hasta al camarero. Sólo estando con él ahí mismo me estaba dando la impresión de que estábamos derrochando una barbaridad. Todo era perfecto. Tan perfecto que me asustaba.  Me agobiaba. Pero a la vez me gustaba. Pedí un daikiri de limón, él un mojito de fresa, muy gay pensé.  La conversación no se hizo pesada en ningún momento. Hablamos de todo y de nada a la vez en parte conversación vacía, anécdotas, gustos, planes de futuro... Cuando menos me lo imaginé y tras dos daikiris más nos marchamos. Yo iba un poco perjudicado por el alcohol de los cócteles que me había tomado. Cogimos el metro hasta la Gran vía.  Paseamos. Reímos. Lo estaba pasando bien ya fuera por el alcohol o por su compañía pero estaba muy a gusto. Cenamos en el McDonalds, le obligué a cenar allí y a que me dejara pagar a mi. Terminamos de cenar y seguimos paseando. Fue una de las mejores noches de mi vida. La mejor "primera cita" que se podía tener. Caminamos hasta debod. Me costó subir las escaleras. Miramos juntos las preciosas vistas que tiene ese parque. Dejé caer la cabeza sobre su brazo. Parecíamos la típica estampa de dos enamorados. Encontramos un banco, nos sentamos y nos miramos él uno al otro. Sus ojos marrones brillaban y se podían distinguir a pesar de que era de noche. Se me escapo una sonrisa tonta y a él se le iluminó la cara poco a poco nos fuimos acercando. Me miró los labios, su mirada estaba llena de deseo. Nos separaban escasos centímetros. Y fue en ese instante, ese instante en el que Álvaro volvió a aparecer. Me levanté y salí corriendo.

miércoles, 30 de enero de 2013

capítulo 4

Estábamos a Miércoles, quedaba el jueves para el fin de semana. Un día y Álvaro no paraba de rondar por mi cabeza, su recuerdo me estaba matando. Álvaro fue mi primer beso, mi primer novio, mi primer amor. Mi cabeza luchaba contra mi corazón para dejar sitio a Carlos y almacenar todo buen recuerdo de Álvaro para siempre. Sufría. Quería dar ese paso y olvidar a Álvaro pero me era imposible. La esperanza de que él volviera y yo no poder estar para él me producía un fuerte dolor en el pecho. El ver a Carlos todos los días me partía en dos, estaba encerrado en mi mismo, quería poder entregarme por completo a él pero a la vez que pensaba en eso Álvaro vagabundeaba por mi cabeza. ¿Qué debía hacer? No lo sabía. lanzarme al vacío, dejarme llevar y vivir mi vida sonaba bien. Sonaba bien. Solo tendría que convencerme a mi mismo que esa era la mejor idea.
En la hora de recreo cambié mi sitio habitual que por lo que había oído ya mientras cuchicheaban a mis espaldas había sido bautizado como "el banco del marginado". Mi banco, el tercer banco al sol junto a las canchas de fútbol, en el cual me sentaba con mi sándwich y cualquier libro, ya fuera de texto o cualquier best seller que estaba de moda. Cambié el banco por un sitio en la cafetería, donde Carlos se encontraba en los recreos, esperando cualquier mirada, acercamiento, signo de interés hacia mi del chico que me estaba produciendo tantas comeduras de cabeza. No habían pasado ni cinco minutos de recreo cuando por el rabillo del ojo le vi acercarse, me hice el tonto e hice como si no le hubiera visto y miré al libro con cara de concentración.
-¡Eh tú! - fingí asustarme.- ¿Vienes?
- Me has asustado, estaba concentrado en el libro. - estaba tan concentrado en observarle desde la distancia que no me había dado cuenta de que estaba sosteniendo el libro al revés.- Pero, no conozco a nadie, me da vergüenza.
- Bueno, no pasa nada ahora te los presento. - comenzó a andar hacia la mesa en la que estaban todos sus amigos sentados y no me quedó más remedio que ir detrás suya.
Estaban todos sentados riendo, charlando, lo típico en un grupo de amigos supongo. Carlos me presento a todos los integrantes del grupo pero los nombres de aquellos tres chicos y las otras dos chicas se me olvidaron según me los menciono. Una de las chicas, la fea, no me quitaba el ojo de encima. Me ponía nervioso, los demás eran indiferentes a mi presencia. Igual que ellos para mi. Solo me importaba Carlos. La verdad es que eran gente bastante agradable y por la cuenta que me traía debería llevarme bien con ellos o por lo menos intentarlo. Empezaron a hablar sobre lo que iba a hacer ese fin de semana y hay entraba yo.
- Espero que no os importe que venga Hugo al cine con nosotros ¿no? - ninguno de ellos se opuso a la idea de compartir una tarde conmigo, me hizo sentir bien, parecía que aún quedaba gente decente en el mundo.
Sonó la campana y Álvaro y yo nos quedamos atrás, me dio los detalles de lo que íbamos a hacer el sábado por la noche, el plan consistía en cine y cena, si no fuera porque íbamos a ir en grupo, lo podríamos llamar cita. Intercambiamos nuestros números y quedó en hablarme para especificarme la hora.

Volví a clase en una nube parecía que todo empezaba a ser diferente, muy diferente, tan diferente que solo me asustaba las cosas habían cambiado mucho en muy poco tiempo. Y otra vez Álvaro aparecía otra vez en mi vida para atarme a él.

Jueves y Viernes falte a clase, no tuve fuerzas de enfrentarme a Carlos en mi estado, volví a caer en el influjo que tenía Álvaro. No podía olvidarme de él. 

El viernes por la tarde me llegó un WA de Carlos.
-Hugo, ¿estás bien?- En ése momento me eché a llorar. Pero fingir por WA era mucho más fácil.
-Si, estoy bien, tranquilo sólo era un poco de cuentitis pero estoy bien. Y tú, ¿qué tal?
-Bien bien. ¿Sigue en pie lo de mañana no? - No sabía que hacer, si iba seguramente estaría arranciado,  amargado y marginado. Lo último que me apetecía era relacionarme con gente que no quería. Pero si no iba seguramente desaprovecharía una oportunidad de oro para pasar página.
-Si claro, ¿cómo no? ¿A qué hora y dónde? - Contesté casi inconscientemente
-A las 6 en la parada de autobuses de enfrente del Instituto. ¿Vale?
-Okey, allí estaré. -Ya no había vuelta atrás, sería un feo rajarme ahora.
-Bueno pues te dejo que tengo cosas que hacer. Mañana te veo. Un beso.

Sábado. Mediodía. Como de costumbre me desperté tarde, era sábado y no tenía nada mejor que hacer que dormir. Me desperté sin acordarme que había quedado con Carlos hasta que me miré al espejo y si, una espinilla. Llegué a pensar en decir que me encontraba mal, pero después de haberle dicho a Carlos que tenía cuentitis me eché atrás. Ignoré a mi nuevo amigo y cuando me quise dar cuenta, las cuatro y media. ESTRÉS. ¿Qué me pongo? Joder parecía una mujer. El grano seguía ahí, lo tape con un poco de maquillaje. Opté por pitillos negros, sudadera azul cielo, mis vans y mi chaqueta de cuero negra. Antes de irme encontré mis rayban y sin pensarmelo dos veces me las puse y salí de casa. Estaba nervioso, me veía irreconocible, nunca había tenido una "cita" y tampoco me había preocupado tanto mi apariencia, claro estaba que me gustaba ir bien vestido y bien cuidado pero hacía mucho que no me "arreglaba" para un chico.

Las seis y cuarto, estaba aún llegando, avisé a Carlos de que llegaba tarde y me dijo que sin prisas, que no era el único que llegaba tarde.
Vi a lo lejos la parada de autobuses, no había nadie sólo un chico que en cuanto iba acercandome me di cuenta de que era Carlos. Estaba sólo, ¿se habrían ido los demás y se había quedado esperandome?
-¿Y los demás?- le dije, sin saludarle (porque no sabía como saludarle)
-Hola eh, yo también me alegro de verte. ¿No me vas a dar dos besos?- se acercó a darme dos besos. Dos besos que me sirvieron para descubrir lo bien que olía.
-Que bien hueles. -Dije inconscientemente. Se rió y contestó con un tímido "gracias". Noté como me iba poniendo rojo.
-¿Los demás ya se han ido?- Insistí. Se quedó callado como si fuera a decirme algo que no me iba a gustar.
-No va a venir nadie más... He preparado esto para estar contigo a solas... - Me sentí halagado, había hecho todo eso por mi. No sabía que responder, como actuar. Me quedé petrificado. Ahora ya tenía claro que yo le gustaba y sólo supe contestar
-Ah, vale.

sábado, 12 de enero de 2013

Capítulo 3

El chichón de mi cabeza parecía hacerse más y más grande, la bolsa de hielo que tantos tobillos, rodillas y demás articulaciones magulladas habían envuelto no parecía surtir ningún efecto.

Carlos que fue el único que tuvo la decencia de no reírse de mi me acompañaba sentado junto a mi en el blanco pasillo. El suelo estaba frío. Mí cabeza... mejor no hablar de ella. ¿El corazón? Revuelto. Carlos me miraba. Yo sin en cambio intentaba evitar sostenerle la mirada más de cinco segundos seguidos, antes de que se me escapará esa típica sonrisa de idiota.
-¿porqué no te vas a clase? Estoy bien.
- ¿A filosofía? ¿Tú estas loco? para eso me quedo aquí.
Se hizo un incomodo silencio en el que solo se escuchaban nuestras respiraciones. Ninguno de los dos decía nada, yo no tenia nada que decir, en realidad tenía miedo de trabarme y acabar pareciendo un completo idiota delatando mis nervios por estar junto a él. Nervios que se me antojaban familiares, nervios que hacía tiempo que no se presentaban, que solo se habían manifestado cuando estaba con Álvaro.

- Déjame ver.- Dijo mientras me apartaba la bolsa de hielo de la cabeza. Aproveche que miraba el enorme engendro que estaba evolucionando en mi cabeza para observar cada centímetro de su rostro. Esos ojos marrones que hicieron que me enamorara de él, sus labios carnosos... mirara donde mirara a mis ojos era perfecto.
-¡Ayyy! - Me quejé, por muy embobado que estuviera seguía padeciendo dolor.
- Bueno, ya esta mucho mejor, creo que con suerte, no se pondrá morado.
- Menos mal... -Suspiré.
- Perdona que me ría ahora pero.. vaya ostia que te has pegado. - Se rió y lució una sonrisa perfecta, de las que solo se consiguen habiendo llevado aparato durante años. Note como mis mejillas se alzaban dibujando una sonrisa en mi cara, negué con la cabeza y le mire a los ojos para apartar rápidamente la mirada.
- Soy un desastre, soy torpe de nacimiento. Espero no tomar por costumbre caerme delante de ti. - Para mi sorpresa terminé la frase sin trabarme ni una sola vez.
- Míralo por este lado, si siempre te caes delante mía, siempre tendrás a alguien para que te recoja del suelo.- otra vez esa sonrisa de idiota se presento en mi cara sin previo aviso.
- Entonces créeme que acabaré siendo una carga para ti.
- ¿Este es tú primer año en el instituto no? Creo que te hubiera recordado.
- La verdad es que si...
- Y... ¿Cómo has acabado aquí?
- Mi padre murió - se le cambió la cara tenía esa cara que se pone cuando no sabes que decir y todo el mundo en un brote de originalidad soltaba un "lo siento".-  y mi madre decidió que era lo mejor para los dos, aunque solo fue mejor para ella.
- Lo siento... - totalmente predecible, nunca falla.-  ¿Porqué dices que solo fue mejor para ella?
- Tuve que dejar a mis amigos atrás y empezar de cero... les echo de menos y ahora... ahora me siento solo... - me pareció conveniente mentir y no hablarle de Álvaro, solo porque sabía que si hablaba de él acabaría llorando.
- Pues eso se ha acabado, te voy ha presentar a mis amigos, ya verás como así dejas de estar solo. - su rostro esbozó esa sonrisa que me volvía loco. Sonreí y asentí - ¿Qué haces este fin de semana?
- En serio me lo preguntas, estaré en mi casa ¿Qué parte de no tengo a nadie no has entendido? - me reí para quitarle importancia a mis palabras. - No haré nada. ¿Qué me ofreces?- no me reconocía a mi mismo, no me creía que el que estuviera hablando fuera yo, por alguna inexplicable razón me sentía muy a gusto con hablando con él.
- Unos amigos y yo vamos a ir al cine. ¿Te apuntas? -Sonó la campana del cambio de clase, nos levantamos  los dos. Estábamos uno frente al otro, esto me sirvió para darme cuenta de que era un poco más alto que yo    y sin pensarmelo dos veces contesté.
- Si claro, cualquier cosa es mejor que quedarme en mi casa viendo la tele.
- Bueno pues vamos hablando esta semana. ¿Vale?
- Claro, por supuesto.
- Me voy a clase, haz tu lo mismo, no nos conviene perder clases. - se fue y mientras se iba me guiño un ojo, le seguí con la mirada hasta que desapareció doblando la esquina del pasillo. Me apoye contra la pared y me deje caer lentamente por ella hasta sentarme en el suelo, la gente que salía de las clase me miraba, me era indiferente, había quedado ese fin de semana con el chico que me gustaba. Era feliz.